Por Santiago Garriga (CEFIP-IIE-FCE-UNLP)
En esos momentos se está llevando a cabo en el congreso de la nación, una intensa discusión acerca de la movilidad jubilatoria (es decir de la forma en la cual se actualizan los montos a recibir en concepto de jubilaciones). El debate acerca del sistema jubilatorio está, una vez más, en la primera plana de los principales medios y portales. Esta breve nota busca sumar algunas aristas adicionales, sobre todo demográficas, de manera de contribuir a la discusión e invitar a la reflexión. El sistema previsional pareciera estar en un momento bisagra, así lo demuestran los nuevos datos demográficos en base al último censo y actualizaciones del sistema de estadísticas vitales.[1]
El envejecimiento suele entenderse como el proceso de adicionar años, en el cual las personas van perdiendo funcionalidades, productividad. Este proceso involucra, de alguna u otra forma, cuestiones biológicas, demográficas y económicas, entre otros factores. Una de las herramientas comúnmente más utilizadas para visualizar la estructura poblacional de un determinado grupo de personas, es analizar lo que se conoce como pirámide poblacional. Esta pirámide es un simple conteo (histograma) de la población por edades simples y, en general, abierto también por género. Su nombre se asocia al hecho de que en sus orígenes se observaba una base amplia y puntas finas o delgadas.
En base al último Censo Nacional de Población de Argentina, que permite realizar un conteo exhaustivo de la población, realizado en Mayo de 2022, se puede observar que la pirámide poblacional ha perdido finalmente su forma, dejándole lugar a otra nueva (ver Figura 1). En concreto, cada vez hay menos gente en la base de la pirámide (personas con baja edad), es decir hay más niños que poseen diez años comparado con aquellos que poseen dos. En paralelo, la parte superior va ganando volumen, las puntas superiores se han vuelto más anchas señalando la existencia de un número, cada vez mayor, de personas en edad avanzada.
Cuando se analizan cambios demográficos, resulta interesante indagar la evolución de las tendencias de muy largo plazo; la razón es que estos cambios tardan varias decenas de años en materializarse, suceden de forma muy lenta. En base entonces a las distintas rondas censales, la principal fuente de información en Argentina para repasar hechos demográficos históricos, se puede explorar este punto. El primer censo disponible en Argentina data del año 1869, es decir hace más de 150 años, y contabilizó un total de 1.7 millones de personas (890.000 hombres y 845.000 mujeres). Desde ahí en adelante, se han realizado 11 censos nacionales de población, siendo el de 2022 el más reciente.
Si se explora entonces lo anterior considerando un horizonte temporal amplio, utilizando datos de censales, del primero hasta el último disponible, queda bien claro el punto. La Figura 2, presenta el conteo por grupos de edades (en lugar de las edades simples como en la Figura 1). Como puede observarse a través del paso de las distintas pirámides (de izquierda a derecha y de arriba a abajo), el país se fue poblando, fue creciendo en su población, las pirámides van tomando forma, volumen. Inicialmente, el país contaba con una población de casi 1.7 millones de personas, hasta los últimos 47 millones de individuos identificados según el último conteo. Es muy interesante mirar estos datos históricos, ayudan a ver las cosas en perspectiva. Únicamente, si se analiza entonces la evolución de esta pirámide a lo largo del tiempo, la misma tiene, cada vez menos, una forma de pirámide, y esto se vuelve más notorio en los últimos tres censos.
Existen varias razones que explican por qué esta pirámide ha ido adoptando nuevas formas. El aumento en la esperanza de vida, entendido como un alargamiento en el tiempo promedio que se espera que viva un organismo, junto con la caída en la tasa de fertilidad (sumado a la disminución en la tasa de mortalidad en los primeros años de vida) explican gran parte de este fenómeno.[2]
Pueden identificarse entonces, dos fenómenos que coexisten al mismo tiempo. Por un lado, un envejecimiento en el top, en la parte ‘alta’ de la distribución de edades, materializado por un alargamiento de la vida. La Figura 3 ilustra el peso relativo del grupo poblacional que posee 60 o más años, llamémosle ‘envejecido’, sobre el total de la población. Como puede observarse, este porcentaje, crece sin pausa y va camino al 20%, esto es todavía más notorio para las mujeres.[3]
Por otro lado, pareciera existir un envejecimiento en el bottom, es decir en la parte ‘baja’ de la distribución de edades, explicado por una caída en la cantidad de nacimientos junto con una disminución en la mortalidad infantil. La Figura 4 ilustra el primer punto, muestra la dinámica de la tasa de fertilidad en los últimos 150 años. De casi siete hijos por mujer a menos de dos en un siglo y medio. Según el último dato disponible, esta tasa toma un valor de 1.56 para el año 2021.[4]
Por qué mirar estas cuestiones demográficas puede ser importante, y qué relación tienen con el sistema previsional y su sostenibilidad. En un sistema de reparto, como el actualmente vigente, los individuos que trabajan hoy (los activos), financian a aquellos que lo hicieron en el pasado (los pasivos). Bajo los parámetros que rigen el sistema general actual, combinados con la evolución de la esperanza de vida, puede darse que un activo (por ejemplo una persona de 33 años) financie, al mismo tiempo, a dos pasivos pertenecientes a distintas generaciones (madre de 60 años; y abuela/o de 82). Existen en la actualidad, además del régimen general, según un trabajo de Rofman (2021), más de 170 regímenes especiales. Pues bien, si existen 170 excepciones probablemente el régimen general no esté funcionando de manera adecuada.
La lista, no exhaustiva, de puntos a evaluar continúa, por ejemplo existen cajas previsionales de trabajos/profesiones que tienden a desaparecer o desaparecieron (ej. canillitas), cambios en la modalidad de contratación (asalariado/ monotributista),[5] el histórico problema de la alta informalidad que impone grandes desafíos, el rol de las moratorias y sus efectos sobre la relación entre aportes y beneficios,[6] entre otros. Discutir y, sobre todo, implementar reformas estructurales, como la necesaria en el caso argentino, lleva mucho tiempo.[7] Ojalá que, entre todos, se pueda pensar un sistema previsional superador al actual.
Notas
[1] Este problema demográfico, no es particular de Argentina, sino que es compartido por una gran cantidad de países, en particular aquellos de ingresos altos. Según el Debt Sustainability Monitor de la comisión europea, el envejecimiento poblacional, juega un rol clave en el déficit europeo de los próximos años.
[2] Naturalmente, las masivas corrientes migratorias experimentadas en el país, son un factor fundamental para explicar la dinámica poblacional, especialmente en las primeras rondas censales.
[3] Esto es consistente con el hecho de que las mujeres tienen una esperanza de vida más alta que los hombres. Existe amplia evidencia al respecto, tanto para distintos países como niveles de ingreso. Ver por ejemplo los trabajos de Chetty et al (2016) y Bilal et al (2019).
[4] Este valor es menor a lo que los demógrafos consideran como la tasa de reemplazo: para que una sociedad mantenga su población estable en el tiempo, se requieren dos hijos por mujer.
[5] Ver una entrada del Blog en esa línea acá (link).
[6] En un extremo, la nula vinculación entre aporte y beneficio, transforma las contribuciones a la seguridad en impuestos con sus consecuentes efectos de eficiencia. Ver Bozio et al (2020).
[7] Ver el trabajo Huixin y Zubairy (2023).
Referencias
A. Bozio, T. Breda y J, Grenet (2020) ‘Does Tax-Benefit Linkage Matter for the Incidence of Social Security Contributions?’ Documento de trabajo Paris School of Economics.
Bilal et al (2019) ‘Inequalities in life expectancy in six large Latin American cities from the SALURBAL study: an ecological analysis’ The Lancet.
Chetty R, Stepner M, Abraham S, et al (2016). ‘The Association Between Income and Life Expectancy in the United States, 2001-2014’. JAMA ;315(16):1750-1766.
Rafael Rofman (2021) ‘Los regímenes previsionales de excepción en Argentina’ CIPPEC, Documento de trabajo de políticas publicas Bi, Huixin, and Sarah Zubairy (2023) ‘Public Pension Reforms and Retirement Decisions: Narrative Evidence and Aggregate Implications.’ American Economic Journal: Economic Policy, 15 (4): 142-82.